domingo, 18 de febrero de 2018

Carta a mi jefe

Aunque sólo llevo 6 meses en este país, considero que no soy nueva aquí porque durante 16 años tuve la dicha de venir casi en cada Semana Santa o vacación, pero como emigrante, las cosas son muy diferentes.
Mi mejor amiga llegó 3 meses antes que yo y no podía creer lo que me decía con respecto a la manera de como tratan a los venezolanos en los trabajos, ya que no sólo abusan de su tiempo, haciéndolos trabajar más de lo debido, sino que a la hora de pagarles,  se hacen los locos, como que el sueldo no fuese sagrado y el tiempo de las personas no valiera.
Y yo pensaba que eso era sólo con los venezolanos, pero no, hoy me entero que el chef del restaurant donde trabaja mi hijo, está preso porque tiene 2 meses que no cobra y no le pasó la pensión a sus hijos.
Por eso hoy siento que soy una emigrante privilegiada, ya que no sólo estoy ejerciendo mi profesión y haciendo algo que me gusta mucho (enseñar y compartir mis conocimientos con quienes lo necesitan) cosa que es en fondo no es un trabajo sino un hobby.
Y no sólo ejerzo mi profesión sino que mi jefe me ha permitido desarrollarme en ella y hacerlo a mi manera y así lo he disfrutado al máximo en estos casi tres meses trabajando para él.
Hoy quiero agradecerle a mi jefe por su cariño, su confianza en mí  y ese trato que me hace ser diferente a mis compatriotas quienes, siendo profesionales, tienen que conformarse con patear las calles y subir y bajar de los autobuses, vendiendo chucherías porque han trabajado en otros lugares y sus jefes no les han pagado, sólo abusado de ellos.
Quiero agradecerle a mi jefe porque me ha hecho sentir que no todos los ecuatorianos son abusadores, como yo lo sentía antes de emigrar. Porque para mí los ecuatorianos siempre fueron educados, amigables...y enterarme que algunos lo son...es como feo.
Y si algún día yo tengo que regresar a mi país, siempre recordaré con cariño y admiración a mi querido jefe.

Cuando todo esto pase

Veré de nuevo el sol brillar entre los ojos, la piel, los colores podré  caminar y hasta volar sintiendo la libertad de nuevo. Y en...