Es buena la vida que llevo, no me puedo quejar. Doy clases a unos niños de un colegio tres días a la semana, voy a mi oficina a hacer manualidades para mis clases, como rico porque cocino algunos almuerzos para vender o mi hijo Raúl cocina...y así se me va la vida en paz.
Ya no estoy en mi país ni con mi familia, pero los pienso y los extraño cada día...gracias a Dios los veré en un mes y alguito...pero cuándo volveré a ver mi ciudad, mi apartamento????
Eso hace que los ojos se me aguen porque lo veo lejos y más aún cuando leo el twitter y me doy cuenta de que es una pesadilla estar allá...pero imagino que vuelvo aunque sea por una semana, ya que quedarme no es la opción.
Ya estoy legal, tengo visa y residencia permanente, gracias a mi esposito ecuatoriano y espero ser ciudadana de este país en 3 años y aunque no hago planes a futuro, tengo un contrato de trabajo hasta septiembre del 2020 y cuando veo a mi hijo Gabriel tan concentrado en sus estudios y adaptado, sólo pienso que por él debo quedarme y ofrecerle esa estabilidad que en mi país muy pocos niños tienen.
Pero eso no me impide soñar que en algún momento iré a ver a mis seres queridos y a mis no menos queridas amigas, a quienes dejé sin despedirme y también a traer otras cosas que en dos maletas no me cupieron.
Aquí, fuera de mi país, me toca decir funda en vez de bolsa, pereza en vez de flojera y cosas así, aunque me he acostumbrado a usar otras palabras en vez de las mías, pero está bien...es parte de haber emigrado...lo que nunca diré será: DAME HACIENDO O DAME BUSCANDO ni ALBERJA noooooooooooo.
Pero hay cosas buenas en este país, el seguro funciona, los hospitales parecen clínicas, aunque en algunas ocasiones hay que esperar mucho para que den una cita.
El clima me gusta aunque a veces no se si quitarme el sweater porque el sol está muy fuerte o ponérmelo otra vez porque, a pesar de eso sopla una brisa muy fría.Y aunque me gusta el clima, definitivamente, no hay como el de mi amada ciudad Caracas.
Aquí los buhoneros venezolanos venden de todo lo que no hay allá: Diablitos, Samba, Toronto...pero yo no les compro porque tienen una cara de chavistas-maduristas que no se las brinca un venado.
En conclusión, vivo en paz, tengo a mi esposo y dos de mis hijos conmigo, he hecho algunas amistades y me siento bien, pero FELIZ, sólo en mi país.
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