Sólo trece años han pasado
desde que te dejé
en el colegio por primera vez.
Haz crecido, te has engordado
pero no tanto en tu cuerpo
sino en tu cerebro
con tus conocimientos.
Ya no eres ese chiquito casi aterrado
quien en su colegio se quedó
sin mi
por primera vez,
con su lonchera roja
y una flor de papel
para tu maestra de primer nivel.
Yo no lloré ese día
pero mi pecho estaba tan oprimido
como hoy: antes por dejarte
hoy por la alegría de saber
que contigo mismo haz cumplido.
Porque los padres tenemos el deber
de darles cariño
de levantarnos temprano
de hacerles el desayuno
y de correr para acá y para allá
por el bien de los niños.
Pero fuiste tú quien diste todo
para que finalmente
este maravilloso día llegara
y has sido muy competente
hasta te aceptaron en la universidad
donde con toda seguridad
por lo maravilloso que eres, te destacarás.
Una linda etapa de tu vida terminó
donde hiciste los amigos
quienes probablemente
te acompañarán para toda la vida
si corres con la misma suerte que yo.
Terminó la linda etapa de la vida
donde te fastidiaron
para que te pusieras
la camisa dentro del pantalón
y donde casi de la mano te llevaron.
Dejas atrás el uniforme
y la insistencia de que te cortes el cabello.
Serás mas libre pero a la vez
un adulto, finalmente
para que tomes la responsabilidad
de enfrentarte a la vida
y a la universidad.
Pero no dudes en ningún momento
de que yo siempre voy a estar como ese día
cuando con el pecho oprimido
te dejé en el colegio por primera vez
con tu loncherita roja
y la flor de papel
para tu maestra de primer nivel.
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