De tus cincuenta
primaveras
treinta y nueve he
compartido yo
por eso la vida entera
le agradeceré a Dios.
Es que tú empezaste
siendo
una buena y fiel amiga
y con los años te
fuiste convirtiendo
en la hermana que no
me dio la vida.
Cruzamos un lindo camino,
con cariño
entramos juntas a la
adolescencia
dejando las muñecas y
fijándonos en los niños
fuiste muchas veces mi conciencia
fuiste muchas veces mi conciencia
Has sido mi hombro para llorar
esa primera decepción
y abriste todo tu corazón
y abriste todo tu corazón
para que en ti pudiera
confiar
Y así siempre nos
mantuvimos
una al lado de la otra
tantas cosas que
vivimos
con una complicidad,
sólo de nosotras.
Juntas crecimos,
engordamos
hicimos dietas,
rebajamos
dejamos de ser niñas,
maduramos
y muy pocas veces nos
enojamos.
Muchas veces lloramos
mas veces aun nos
reímos
y sin darnos cuenta
nos convertimos
en las dos alegres
comadres.
Y contigo seguí
contando
para que con mis hijos
me dieras una mano
siempre ahí, siempre
apoyando
como una hermana entre
tantos hermanos.
Por eso ahora, cuando
me alcanzas
llegando al medio
cupón
sólo puedo regalarte
la esperanza
de que tendrás por
siempre mi corazón